Rápido, levántate, vístete, desayuna rápido, ¡date prisa que llego tarde¡ Rápido, Rápido, Rápido.......
¡Soy un niño¡ Déjame crecer, déja de estresarme¡¡¡¡ NO ENTIENDES QUE NO PUEDO ASUMIR
TUS PRISAS Y TU FALTA DE ORGANIZACION??????? NECESITO TIEMPO Y CALMA PARA NO CRECER HISTERICO¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Decidme si no es verdad:
El sistema neurológico de nuestros hijos no está
preparado para el ritmo de vida al que están acostumbrados los adultos.
No está tan entrenado y es mucho más sensible a las presiones y al estrés.
Este es un motivo por el que no debes contagiar a tu hijo de tus prisas y vorágine. Pero hay otro motivo más importante que tiene que ver con la educación.
Tu hijo está en formación constante. Cada día aprende y
descubre cosas nuevas. Necesita calma para asimilar sus aprendizajes y
para poder aprovechar al máximo las oportunidades del día a día con
conciencia plena. De esta manera se acostumbrará a hacer las cosas con
calidad, fijándose en los detalles, distinguiendo lo importante de lo
que no lo es.
Crecer así le permitirá desarrollar todas sus potencialidades para poder
convertirse en un adulto que sabrá manejar con orden los múltiples
estímulos estresantes de la vida.
Y pensemos si de esta manera no seremos todos un poco más felices.
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