Dos de las armas más eficaces para destruir la comunicación de la
familia son la ironía y la insolencia. Ambas son primas hermanas y
conviven disfrazadas de mil formas en nuestra casa.
Creemos que son mejores que los gritos o las amenazas, que los
insultos o la burla pero no nos damos cuenta que el sarcasmo hiere
profundamente la autoestima de los niños (y de los padres), crea
distancia entre ambos y distorsiona totalmente el mensaje que se quiere
trasmitir.
Cuando le hablas con sarcasmo:
- Le enseñas un modo irrespetuoso de hablar y relacionarse con los demás.
- Le faltas al respeto.
- Le dices implícitamente que no es suficientemente valioso para ti.
- Le separas emocionalmente de ti.
- Te colocas ante él en una relación de superioridad alienante.
- Le provocas el deseo de llevarte la contraria y desafiarte.
- Lastimas fatalmente su autoestima.
Nos quejamos de que nuestros hijos son insolentes y arrogantes pero
¡cuántas veces hemos caído nosotros en el mismo defecto, siendo adultos y
modelos a imitar!
Padres irónicos, familia incomunicada
Puedes enviar el mismo mensaje a tu hijo sin utilizar la ironía.
Incluso estando enfadado, puedes describir tus sentimientos sin
necesidad de ser irrespetuoso y caustico. Solo necesitas entrenamiento.
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